martes, 27 de septiembre de 2016

Overruled Nueva adaptacion Cap 1

                                           

 Capitulo 1





                                              Último año de preparatoria.
                                         Octubre. Sunshine, Mississippi




La mayoría de las historias empiezan por el principio. Pero no ésta. Ésta comienza por el final. O, al menos, lo que yo pensaba que era el final; de mi vida, mis sueños, mi futuro. Pensé que todo había terminado a causa de dos palabras:
—Es positivo.

Dos palabras. Dos pequeñas rayas azules. Mi estómago cae y mis rodillas pierden voluntad. La camiseta verde de futbol americano de la Preparatoria Sunshine se adhiere a mi torso, con manchas oscuras de sudor debajo de mis axilas, y no tiene nada que ver con el sol de Mississippi. Tomo el palito de la mano de Jenny y lo sacudo, con la esperanza de que una línea azul desaparecerá.
No sucede.
 —Mierda.
Pero incluso a los diecisiete años, mis habilidades de debate son agudas. Ofrezco un contraargumento, una explicación. Una duda razonable.
—¿Tal vez lo hiciste mal? ¿O tal vez está defectuoso? Deberíamos conseguir otro.
Jenny sorbe por la nariz mientras las lágrimas se acumulan en sus ojos azules.
 —He estado vomitando cada mañana por la última semana, Peter. No he tenido mi periodo en dos meses. Es positivo. —Se seca las mejillas y levanta la barbilla
—. No robaré otra prueba de la tienda del señor Hawkin para que nos diga lo que ya sabemos. Cuando se vive en un pueblo pequeño, particularmente una pequeña ciudad del sur, todos conocen a todo el mundo. Conocen a tu abuelo, tu mamá, tu salvaje hermano mayor y la dulce hermana menor; saben todo sobre tu tío que se quedó encerrado en la penitenciaría federal y el primo que nunca estuvo bien después de ese desafortunado incidente con un tractor.

Las ciudades pequeñas hacen que sea demasiado incómodo conseguir condones, demasiado difícil estar con píldoras anticonceptivas, e imposible comprar una prueba de embarazo. A menos que quieras que tus padres escuchen todo sobre eso incluso antes de que tu chica tenga tiempo de orinar sobre el palito. Jenny envuelve los brazos alrededor de su cintura con manos temblorosas. Tan muerto de miedo como estoy, sé que nada se compara con lo que está sintiendo. Y eso es mi culpa. Yo hice esto; mi avidez, mi excitación. Jodida estupidez.  La gente puede decir lo que quiera sobre feminismo e igualdad, y todo eso está bien. Pero me crie con la idea de que los hombres son los protectores. Cuando la responsabilidad es nosotros. Los que se hunden con el barco. Así que el hecho de que mi chica está “en problemas”, no es culpa de nadie más que mía.

 —Oye, ven aquí. —Coloco su pequeño cuerpo contra mi pecho, sosteniéndola con fuerza—. Estará bien. Todo estará bien.
Sus hombros se sacuden mientras solloza—: Lo siento tanto, Peter.
Conocí a Jenny Monroe en primer grado. Puse un sapo en su mochila porque mi hermano me retó a hacerlo. Por dos meses me lanzó bolitas de papel en mi cabeza en venganza. En tercer grado, pensé que estaba enamorado de ella; para sexto grado me encontraba seguro de ello. Era hermosa, divertida, y podía lanzar un balón mejor que cualquier chica, y la mitad de los chicos; Lo supe. Rompimos en octavo grado cuando TaraMae Forrester ofreció dejarme tocar sus pechos. Y lo hice. Volvimos a estar juntos ese siguiente verano, cuando gané un oso para ella en la feria del condado. Es más que mi primer beso, mi primer todo. Jenny es mi mejor amiga. Y yo soy el suyo.

 Me aparto para poder mirarla a los ojos. Toco su rostro y acaricio su sedoso cabello rubio.
—No tienes nada que lamentar. No hiciste esto tu sola. —Alzo las cejas y sonrío—. Yo también me encontraba ahí, ¿recuerdas?
Eso la hace reír. Desliza un dedo por debajo de sus ojos.
—Sí, fue una buena noche.
Acuno su mejilla. —Claro que sí.


No fue nuestra primera vez, ni la décima, pero fue una de las mejores. El tipo de noche que nunca olvidas, una lucha llena y una manta de franela. Sólo a pocos metros de donde estamos justo ahora, a lado del río con un paquete de cerveza y música flotando por las ventanas abiertas de mi camioneta. Todo fue besos suaves, susurros calientes, cuerpos sudorosos, y manos aferrándose. Unidos tan profundamente que no podía decir dónde terminaba yo y empezaba ella. Un placer tan intenso que quería que durara por siempre, y rogué en voz alta que lo hiciera. Habríamos pensado en ello, tratado de revivirlo, años a partir de ahora, incluso si no estuviéramos teniendo un bebé para conmemorarlo. Un bebé. Jódeme. A medida que la realidad verdaderamente comienza a instaurarse, mi estómago cae todo el camino hasta China.
Como si fuera adivina, Jenny pregunta—: ¿Qué haremos?
Mi padre siempre me dijo que tener miedo no era nada de qué avergonzarse. Lo que importaba era cómo reaccionabas a ese miedo. Los cobardes huyen. Los hombres dan un paso al frente.
Y no soy ningún cobarde.
Trago saliva, y todas mis aspiraciones, esperanzas, y planes de salir de esta ciudad también se ahogan. Miro hacia el río, observando el brillo del sol en el agua, y tomo la única opción que puedo. —Nos casaremos. Nos quedaremos con mis padres al principio. Trabajaré en la granja, iré a una escuela nocturna, ahorraremos. Tendrás que posponer la escuela de enfermería por un tiempo. Eventualmente, conseguiremos nuestro propio lugar. Cuidaré de ti. —Pongo la mano sobre su todavía plano abdomen—. De ambos.
Su reacción no es lo que me imagino.
Jenny se aparta de mis brazos, los ojos muy abiertos y sacudiendo la cabeza. —¿Qué? ¡No! No, se supone que debes irte para Nueva York justo después de la graduación.
—Lo sé.
 —Renunciaste a tu beca de futbol americano de la Universidad de Mississippi para ir a Columbia. Es Ivy League.
Sacudo la cabeza. Y miento.
—Jenn, nada de eso importa ahora. No hay un solo hombre en esta ciudad que no daría cualquier cosa por jugar en la Universidad de Mississippi… pero no yo. Siempre he querido algo diferente: más grande, más brillante, más lejos.
 
Las sandalias en los pies de Jenny levantan arena mientras camina por la orilla del río. Su vestido de verano blanco ondea cuando se gira una última vez hacia mí, apuntándome con el dedo. —Irás y es todo lo que hay que hacer. Justo como lo planeamos. Nada ha cambiado.
Mi voz tiene un borde de resentimiento que no se merece. —¿De qué estás hablando? ¡Todo ha cambiado! ¡No puedes venir a visitarme una vez al mes con un bebé! No podemos traer a un bebé a una habitación de la residencia.
Resignada, susurra—: Lo sé.
Tomo mi propio paso atrás. —¿Esperas que te deje aquí? Eso iba a ser bastante difícil antes, pero ahora… No voy a jodidamente huir cuando estás embarazada. ¿Qué tipo de hombre crees que soy?
Sujeta mis manos y me da un discurso que rivaliza con “Gana uno para el Gipper”. —Eres el tipo de hombre que irá a la Universidad de Columbia y se graduará con honores. Un hombre que será capaz de condicionar  su salario cuando lo haga. No estás huyendo, estás haciendo lo que es mejor para nosotros. Para nuestra familia, nuestro futuro.
—No iré a ninguna parte.
—Oh, claro que sí.
—¿Y qué hay de tu futuro?
—Me quedaré con mis padres, me ayudarán con el bebé. De todas maneras, prácticamente están criando a los gemelos.
 La hermana mayor de Jenny, Ruby, es la orgullosa madre de gemelos, con el bebé número tres en camino. Atrae a los perdedores como la mierda de vaca atrae moscas. El desempleado, el alcohólico, el vago; no puede tener suficiente de ellos.
—Entre ellos y tus padres, todavía podré ir a la escuela de enfermería. —Jenny envuelve sus delgados brazos alrededor de mi cuello.
Y, Dios, es bonita.
—No quiero dejarte —murmuro.
Pero la mente de mi chica está decidida. —Irás y vendrás a casa cuando puedas. Y cuando puedas, nos hará pasar hasta la próxima vez.
La beso en los labios; son suaves y saben a cereza. —Te amo. Nunca amaré a nadie como te amo a ti. Sonríe.
—Y yo te amo, Peter Lanzani, siempre serás sólo tú.
El amor de jóvenes es fuerte. El primer amor es poderoso. Pero lo que no sabes cuando eres joven, lo que no puedes saber, es lo larga que realmente es la vida. Y lo único confiable al respecto, además de la muerte y los impuestos, es el cambio.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario